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Edad Media

 

  El Cristianismo no podía aceptar la idea pagana del somnus aeternus aunque cabía adaptarla, y así se hizo, convirtiéndolo en un sueño de pasaje del que los bienaventurados despiertan en el Paraíso para vivir la vida eterna. Los textos bíblicos, las inscripciones funerarias[1] y la Patrística se refieren en numerosas ocasiones a la muerte como un sueño, pero en el arte medieval los difuntos aparecen generalmente vivos, muchas veces con las manos juntas en actitud de oración y nunca claramente dormidos, a lo sumo con los ojos cerrados pero rígidos como cadáveres.

  Hemos visto que la Edad Media conoció la iconografía romana del durmiente con la mano en la mejilla. Hay casos desde la época paleocristiana y son muy frecuentes en las representaciones plásticas de sueños y visiones bíblicos como los de Salomón, Nabucodonosor, los Magos, San José, Jessé, Jacob, los soldados romanos ante el sepulcro de Cristo, etc., y también en sueños de santos (sueño de San Martín) y visiones de todo tipo (sueño de Carlomagno). Sin embargo, en la escultura funeraria, solo en Galicia y Portugal está documentada una serie de yacentes dormidos medievales de los siglos XIII-XV (véase El caso gallego). No obstante, existe algún yacente dormido italiano anterior a las obras de Sansovino (sepulcro de Sante Vitaliano y su mujer Ippolita Imperato, 1497, FICHA nº 37 de la BD), hay varios casos españoles no gallegos que parecen independientes de los modelos sansovinianos (por ejemplo el sepulcro de Rodrigo Maldonado de Monleón en Salamanca, B.D. nº 42), y algunos otros casos aislados -y mutilados- como el sepulcro de Sir Roger Hillary (Inglaterra, finales del siglo XIV), o el de Martine Turpin de Crissé (Francia, c. 1480), que documentan una tradición medieval, hoy prácticamente perdida (véanse FICHAS nº 203, 243 y 256 de la B.D.).


Yacente de Sir Roger Hillary (Inglaterra, c. 1400) Martine Turpin de Crissé (Francia, c. 1480)

 

Sueño-visión de San Martín, Catedral de Chartres, portal sur.

Sueño de Carlomagno. Grandes Chroniques de France, Bibliothèque Sainte-Geneviève, París, MS 782 , fol. 141.

 


[1] Desde los primeros tiempos del cristianismo hay inscripciones funerarias que aluden a la muerte como un sueño (catacumba de S. Calixto en Roma, en griego: Adas ecoimete (=Adas se durmió)). En España, el caso más antiguo que conozco es una inscripción funeraria en mosaico de la segunda mitad del siglo IV procedente de Alfaro (La Rioja), hoy en el Museo Arqueológico Nacional, que dice: URSICINUS, IN PACE DO(RMIT), (véase UTRERO, Mª Ángeles, “Creencias, simbolos y mitos religiosos : La lauda de Ursicinus”, Museo Arqueológico Nacional. Ciclo 1990-2000, pieza del mes, noviembre de 2000, Madrid, 2000). Las fórmulas más populares son:  in pace bene dormit, dormit in somno pacis, in pace somni, in pace Domini dormias, obdormire in pace Iesu, aunque en la Edad Media se prefiere, en lugar de dormir, el verbo descansar, el cual se utiliza en las variantes más extendidas: quiecere in pace, quiescit in pace, requiescit in pace (véase CUMONT (1949), p. 450 y OGLE (1933), pp. 109-110).

© Julio I. González Montañés 2014.