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Iconografía del sueño El arte medieval utilizó para representar el sueño el convencionalismo de una figura tumbada, sentada o reclinada, con los ojos entornados y una mano apoyada en la mejilla. Así se representan sueños y visiones bíblicos como los de Salomón, Nabucodonosor, los Magos, San José, Jessé, Jacob, los soldados romanos ante el sepulcro de Cristo, etc. La iconografía deriva de las representaciones de durmientes en el arte griego (Eros, Ariadna, Endimión...) y de los yacentes dormidos de los sarcófagos etrusco-romanos, pero en la Edad Media solo se utilizó en la escultura funeraria en unos pocos casos, casi todos procedentes de Galicia y Portugal (véase El caso gallego). Sin embargo, en el Renacimiento, Andrea Sansovino la recuperó en el arte funerario italiano y por su influencia hay ejemplares por toda Europa hasta el siglo XVII. En el XVIII su número disminuye, pero rebrotan en el XIX en ambientes neoclásicos, perviviendo en el romanticismo y en la Inglaterra victoriana, y hay ejemplares cuya cronología llega hasta el siglo XX, especialmente en tumbas infantiles.
En la escultura funeraria europea cabe distinguir dos grandes tipos de durmientes: los que apoyan la mano en la mejilla (yacentes), o la mejilla en la mano (reclinados o semi-yacentes), y aquellos en los que se alude al sueño por medio de los ojos cerrados o entornados y la posición del difunto en el lecho (numerosos casos etruscos y posteriores). Hay también variantes en las que el sueño se indica o se enfatiza mediante las flores de adormidera que sostiene el difunto en sus manos (sarcófago de adolescente del Museo Capitolino de Roma), o la copa de vino, a punto de deslizarse entre sus dedos en el momento en el que queda adormilado (Sarcófago etrusco del 'Magnate' Velthur Partunu). Es también frecuente que el yacente, arrebujándose, se lleve con la mano al rostro los pliegues de su manto o de los lienzos del lecho (Bultos del Panteón Real compostelano).
Otra variante, relativamente abundante en el Renacimiento y el Barroco, es la que representa al difunto dormido en el acto de leer, con el libro que se ha soltado de su mano o todavía conserva los dedos marcando la página (Sepulcro del arcediano Francisco Sánchez de Palenzuela en Salamanca; Sepulcro de Federico de Antioquía en la Catedral de Palermo (s. XVI); Sepulcro de Wawrzyniec Grzymała Goślicki en Poznan (s. XVII), etc.).
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Sepulcro de Giovanna de Caravelli. Iglesia de San Francisco de Paula de Palermo, Escuela de los Gagini, 1546 (c.)
Monumento funerario del cardenal Francesco Armellini de Medici. Iglesia de Sta. Mª in Trastevere (Roma), Michelangelo Senese (atrib.), 1528.
En este estudio, y en la Base de Datos on-line que lo acompaña, me he limitado al análisis del primer tipo (durmientes con la mano en la mejilla o con la mejilla en la mano) y del segundo tipo solo cito algunos casos significativos, a modo de ejemplo y comparación. Las fotografías de los ejemplos del primer tipo que aparecen en las páginas están vinculadas a las fichas correspondientes de la B. D. y se accede a ellas pulsando sobre la imagen. |
© Julio I. González Montañés 2014.